miércoles, 17 de diciembre de 2008

yo continua

Solía pasar todas las tardes en los escalones de entrada al almacén cantando y jugando, y, alrededor de las 17 hs. venia el señor Peralta. Un día lo miré y le canté: “Peralta, Peralta, tira un pedo y salta”. Mi madre y mi padre gritaron tan fuerte que del susto salí corriendo y me subí a un nogal, del cual horas más tarde no me podían convencer para que baje, me explicaron que Peralta ya se habia ido, que no me iba a pasar nada, tardé bastante en darme cuenta del error que habia cometido.
A comienzos de 1956 nos mudamos a Acebal, aquel pueblo en el que mi padre y mi madre se casaron, tuve mi primer torta de cumpleaños con velitas, mi bicicleta, mi mejor amiga, Matilde Cardoso…
Con Matilde jugábamos mucho, vivía al lado de mi casa, un terreno baldío nos separaba, jugábamos a la maestra, nuestros alumnos eran las hermosas flores margaritas y gladiolos que cultivaba su abuela y que un día de furia con un palo (supuesto puntero) comencé a pegarle a los alumnos que desobedecían mis ordenes, cuando Matilde me llamo a la cordura , las pobres flores lucían cual alfombra en el patio, esa acción nos valió 15 días de penitencia, la penitencia consistía en no vernos, cosa que obviamente nos ingeniábamos para que no suceda.
Otro día nos escondimos en un gran baúl de propiedad de su abuela Doña Juana, pasamos toda la tarde jugando adentro, por momentos escuchamos voces que nos llamaban pero no contestamos, hasta que fue mucho el ruido de afuera y por fin nos dignamos a salir ¿Qué había pasado? Todos los vecinos estaban buscándonos desesperadamente, eran las 21 hs. y nosotras seguíamos desaparecidas, esa acción nos valió 15 días de no vernos.

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